En los últimos meses, especialmente desde que la pandemia del Covid-19 se propagó por todo el mundo, todos nos hemos familiarizado como nunca antes con productos como los sanitizantes y desinfectantes, por lo que se utilizan ampliamente en muchas ocasiones. Lo que suele pasar es que los dos términos se usan indistintamente, pero pocos saben que sanitizante y desinfectante son palabras que hacen referencia a diferentes productos, cada uno con sus propias propiedades y características.
Comencemos tratando de comprender mejor cuál es la definición de "producto desinfectante". Cuando hablamos de higienizante nos referimos a una mezcla capaz de eliminar gérmenes y bacterias mediante una simple acción mecánica, que no trae consigo ninguna propiedad desinfectante ni biocida. En otras palabras, los desinfectantes no tienen la capacidad de matar patógenos, tanto que su propósito, más que eliminar virus y bacterias, es hacer que los objetos y las superficies estén más limpios.
A diferencia del sanitizante, un desinfectante es una mezcla química capaz de reducir la presencia de microorganismos potencialmente patógenos, como bacterias, hongos y virus, matándolos o inactivándolos. Un desinfectante debe garantizar la eficacia de la desinfección validada a través de pruebas y recibir la autorización del Ministerio de Salud para ser comercializado; a nivel europeo, los productos de desinfección están sujetos a un procedimiento de autorización específico establecido por el Reglamento 528 de 2012.